En una etapa tan complicada y decisiva como es la adolescencia, en la que nuestra hija es una auténtica montaña rusa de emociones. La autoestima se resiente, y necesita una guía, alguien que le escuche, comprenda y sepa encauzar todas las sensaciones que le embargan todos los días. En este caso el gran trabajo de Irene ha sido decisivo.
Nuestra hija ya no concibe una semana sin tener ese ratito que le sirve como desahogo, tranquilidad, relajación y entender que lo que la está pasando es totalmente normal, y aprender poco a poco a saber gestionar los momentos críticos de frustración y tristeza, y valorarse cada día un poquito más.
La aportación fundamental de los talleres mensuales dirigidos a chicas adolescentes de su edad es saber que no está sola, que la mayoría sienten y pasan por lo mismo, y sentirse acompañada en esta etapa tan bonita y complicada a la vez, fundamental para su desarrollo.
Como padres estamos muy acompañados, ya que en muchas ocasiones nos sentimos perdidos y no sabemos muy bien como poder ayudarla. Algo que hemos aprendido es que estar a su lado, escucharla, dejar que se equivoque y sobre todo, quererla incondicionalmente, es fundamental en esta etapa tan difícil.